Radical historicidad de las literaturas y su crítica
(Corregido en septiembre, 2019.)
Lo que nosotros - los occidentales del siglo XXI - entendemos por literatura, no es lo mismo que entendían (entendieron) los europeos medievales ni los griegos o los romanos, por ejemplo. Para qué hablar de aquellas formaciones sociales no occidentales. Antes de preguntarse si existe algo que se llama "literatura", en abstracto, como un concepto universal que puede aplicarse a todas las épocas y lugares, hay que salir de nuestro propio horizonte conceptual, europeo y moderno, y preguntarse qué es lo que entendían (entendieron) otros horizontes ideológicos, otras visiones del mundo de ese objeto al que nosotros (¿nosotros?) llamamos así, porque a lo mejor ni siquiera existía.
Un paréntesis: el animal humano
Es cierto que ellas y ellos (los otros) y nosotros todos somos animales humanos: primates que hablan. Al fin y al cabo, el homo sapiens "es una especie del orden de los primates perteneciente a la familia de los homínidos", según una conocida enciclopedia de internet. Como también es cierto que, en situaciones y contextos similares, las personas tendemos a reproducir conductas similares. Hay cosas que no cambian: comportamientos y necesidades animales, vitales, de reproducción de la vida. Pero los seres humanos tenemos lenguaje, cultura, somos animales ideológicos, animales con ideología, y ningún lenguaje es neutral, sino que está preñado de visiones del mundo radicalmente históricas. El único lenguaje neutral es el de los gramáticos. Eso significa que aunque las reacciones animales básicas sean similares, cada discurso histórico las conceptualiza de forma diferente, de modo que se viven - se sienten - de distinta forma, aunque ese núcleo biológico sea parecido. Porque las emociones tienen su propia historia. Eso hace que unos poemas emocionen y otros no, incluso dentro de una misma época: si es que la emoción es lo que busca la literatura. No es que haya un "núcleo" invariable repetido siempre - eso sería una forma de esencialismo -, pero tampoco es que seamos totalmente diferentes, o al menos no siempre. En suma: hay cosas que cambian y cosas que permanecen. Volveremos sobre ello (pero véase ahora, si se quiere, este texto).
Qué es lo que cambia, lo que desaparece y lo que queda y cómo se transmite, es la pregunta a plantear a la hora de reflexionar sobre el objeto "literatura". Por ello hablamos de "razón histórica" y de "historicidad". Hablamos de historicidad de la literatura y de historicidad de los discursos que hablan de "literatura", es decir, la crítica literaria. Obviamente, hay que dejar claro que hablamos de la crítica literaria y de la literatura occidentales, aunque hay tratados de "crítica literaria" no-occidentales, por ejemplo la obra china El corazón de la literatura y el cincelado de dragones (Wenxin Diaolong) – Liu Xie, del siglo VI e.c. (era común).
Que hay una historicidad significa que las creaciones que hoy llamamos "literatura" y que existieron antes de la Modernidad, no son "literatura", son otro tipo de discursos. Eso no significa que se "pierda" algo. Quizás lo que hay que preguntarse es por qué nosotros, los occidentales, creemos que hay una forma de discurso eterna llamada "literatura".
(Cabría plantear que, si todo es lo mismo desde el principio de los tiempos, si hay un universalismo, un Espíritu Humano o una Naturaleza Humana idéntica a sí misma desde Egipto a hoy, ¿de qué sirve estudiar literatura? ¿Para qué estudiarla? Estudiar las formas, catalogarlas, categorizarlas, hacer inventarios, sí. Pero eso, ¿para qué sirve?)
(Cabría plantear que, si todo es lo mismo desde el principio de los tiempos, si hay un universalismo, un Espíritu Humano o una Naturaleza Humana idéntica a sí misma desde Egipto a hoy, ¿de qué sirve estudiar literatura? ¿Para qué estudiarla? Estudiar las formas, catalogarlas, categorizarlas, hacer inventarios, sí. Pero eso, ¿para qué sirve?)
La literatura no ha
existido siempre, tal y como la conocemos hoy. Tampoco la crítica literaria.
Una y otra son actividades intelectuales que surgen alrededor del siglo XVIII,
y se consolidan en el siglo XIX, al par que las formaciones sociales occidentales
industrializadas, capitalistas. Puede decirse que son formaciones de la
Modernidad, y que su nacimiento puede remontarse a los siglos XV-XVI.
Aquellos discursos
parecidos de otras sociedades, como la llamada "Antigüedad", o la
"Edad Media", a la que sigue un "Renacimiento", no son
literatura ni filosofía tal y como se entienden hoy. Esos
discursos, esas "literaturas" - si se prefiere - eran sentidas y
vividas, disfrutadas, de forma diferente.
Aquí las preguntas
se acumulan, y las cuestiones se complican. No se puede hablar de todo, y
seguramente las discrepancias y diferencias son inevitables. Pero es posible
extenderse un poco sobre esto, con un ejemplo relativamente cercano, porque está presente en nuestra vida: los clásicos griegos.
El mundo griego creó la épica de Homero, o la filosofía de Platón o Aristóteles. La polis ateniense produjo la tragedia, la filosofía. Pero para las personas que las leían o escuchaban, o veían representar, todo aquello se vivía de forma diferente.
El mundo griego creó la épica de Homero, o la filosofía de Platón o Aristóteles. La polis ateniense produjo la tragedia, la filosofía. Pero para las personas que las leían o escuchaban, o veían representar, todo aquello se vivía de forma diferente.
¿Qué es lo "radicalmente histórico" en una tragedia ateniense, lo que se ha olvidado o perdido en una lectura, pongamos, existencialista o clasicista (barroca)? La tragedia ateniense no se sabe cómo aparece - tragodia significa, literalmente "canto del macho cabrío", y en un inicio eran celebraciones festivas en honor a una divinidad primitiva y de origen incierto, tal vez oriental, Dionisos. Sí sabemos que mucho después, en su apogeo en el siglo V a.n.e. (antes de nuestra era) las tragedias eran dramas representados en la polis, en las fiestas de Dionisos, durantes las fiestas llamadas "Grandes Dionisias" (o Dionisias Urbanas), que tenían lugar en Atenas en el mes de Elafebolion (marzo). El contexto es el de la democracia directa, y todos los ciudadanos (varones adultos de padres atenienses) asistían. Se contaba una historia de un ciclo mitológico, en la que se narraba un conflicto, generalmente el destino y la "hybris" (arrogancia, desmesura), pero también se discutía entre líneas de problemas de teoría y de cuestiones políticas, porque la teoría de la democracia estaba en la tragedia: el abuso de poder y el ostracismo en el Edipo Tyrannos o la Antígona.
Las tragedias, por
otro lado, tenían coros, estaban escritas en verso y tenían música y danza, pero solo
tenemos, como conservados de milagro, los textos, después de unos 2400 años,
aproximadamente. Textos que son copias de copias. Hay que tomar nota
de esto: No conservamos casi nada, de la tragedia: apenas 7 tragedias de
Esquilo y 7 de Sófocles, y unas 19 de Eurípides, así como un montón de
fragmentos de estos autores y de otros, algunos aparecidos en papiros. Es nada,
si se piensa en todo lo que se produjo, no sólo ellos, sino otros muchos.
(Luego está la comedia política, Aristófanes, entre los comediógrafos.) ¿Con qué grado de certidumbre podemos decir que "conocemos" la tragedia ateniense?
¿Significa que,
aunque "otros", nosotros no podemos comprender los textos y discursos
de otras formaciones sociales, de otras cosmovisiones del mundo? No necesariamente. Siempre se puede
realizar un uso controlado del anacronismo. ¿Qué nos dicen a nosotros hoy
textos que no nos pertenecen, que tienen otra lógica interna? ¿Qué estatus
tienen en relación con la literatura occidental, nacida en la modernidad? ¿Cómo nos habla a nosotros hoy, en 2017, la Antígona de Sófocles o su
Edipo Rey? La teoría y la crítica literarias, como la filosofía, son formas de
respuestas a esas preguntas.
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